Los relatos sobre abducciones surgieron a mediados del siglo pasado y persisten actualmente; la mayoría, coincide en haber ocurrido en zonas aisladas, de noche y en un lapso temporal que no se recuerda con claridad.
Betty y Barney Hill retornaban a su hogar en Portsmouth, Estados Unidos, tras haber pasado unas semanas de vacaciones en Nueva York y Canadá. Corría el año 1961, ya era de noche y estaban a mitad de viaje cuando ella comenzó a ver una luz que aparecía y desaparecía en el horizonte, donde las montañas se reflejaban contra el cielo. El punto luminoso parecía estar cada vez más cerca y pronto cobró la forma de un objeto circular.
Barney detuvo el automóvil y descendió con sus binoculares para observar mejor el fenómeno y se percató que era una nave espacial con seres cuyas siluetas se dibujaban mediante un tipo de ventana. Cuando notó que la nave estaba a pocos metros de distancia, casi arriba suyo, volvió a conducir y escapó hasta que los perdió de vista.
El denominado “Caso Hill” podría ser un testimonio más de los cientos de miles que han relatado a lo largo de la historia sobre el avistamiento de objetos voladores no identificados (Ovnis). No obstante, Betty comenzó a tener pesadillas que describían su presencia dentro del ‘plato volador’, donde había sido examinada por seres humanoides. Su esposo no compartía dichos recuerdos, pero para colaborar con su mujer aceptó ver a especialistas.
Médicos y psiquiatras coincidieron que se trataba de invento de su mente para explicar un episodio que la razón no pudo comprender. La curiosidad los llevó hasta un hipnólogo que corroboró la historia. Según sus relatos, ambos habían sido víctimas de una abducción por parte de seres de otro planeta.
Existe el caso de Antonio Vilas-Boas, quien vivía en Río de Janeiro, Brasil, en 1957. Tenía 23 años y trabajaba en el campo por la noche porque hacía menos calor. Durante las últimas jornadas laborales había observado en el cielo una luz con trayectoria irregular que desaparecía a los pocos minutos. Una ocasión fue más intensa, irradiaba un color rojo y llegó a posicionarse lejos encima de su cabeza. Cada vez estaba más cerca hasta que se situó a unos quince metros de distancia, se percató que provenía de un objeto metálico circular del que salían tres patas.
Invadido por el miedo, Antonio intentó escapar con su tractor, pero el motor y las luces se apagaron a pocos metros. Cuando intentó correr, cuatro seres con trajes y cascos grises, de aproximadamente un metro y medio de estatura, lo redujeron y arrastraron hasta su vehículo. Ahí lo desnudaron y cubrieron con un líquido viscoso transparente, le hicieron señales de que mantuviera la calma mientras sacaban una muestra de sangre desde su barbilla y después lo trasladaron a otra habitación, donde un gas por poco lo asfixia.
Minutos después, apareció una humanoide desnuda que poseía una estatura mediana y el cuerpo de una mujer con perfectas proporciones. Tenía un rostro angular, cabello platinado y grandes ojos azules. El hombre se sintió inexplicablemente atraído y mantuvieron una relación sexual, al concluir, ella se frotó el vientre y señaló el cielo. Antonio recorrió la nave y nuevamente fue dejado en el campo.
Vilas-Boas relató lo ocurrido y fue examinado por un médico a raíz de unas extrañas manchas en su piel, sin embargo, tuvo que lidiar con el descrédito de las autoridades, pero hasta el último de sus días insistió en la veracidad de su historia.
Quien afirma haber experimentado una abducción, vive lo ocurrido como algo real y recuerda detalles. La explicación podría subyacer en la sugestión o autosugestión que sufren las personas a causa de la fantasía que se trasmite a través del cine y la literatura. Quizá, por ello todas las abducciones se parecen.
De acuerdo con el doctor en psicología y antropólogo Thomas E. Bullard, quien hasta el final de su carrera cuestionó la veracidad de las abducciones, señaló que la siguiente secuencia es una constante.
Captura.
Examen.
Excursión en este u otros mundos.
Teofanía, al revelarse alguna deidad.
Regreso.
Consecuencias como marcas en el cuerpo, pesadillas o fobias inexplicables.